Con otra semana de soledad por delante vuelvo a despertarme de madugada con la piel electrizada, sensible a las caricias de las sábanas aunque sea. Húmeda y caliente a pesar del ambiente frío fuera de mi cama. Medio dormida todavía imaginaciones y recuerdos de roces ásperos y voces exigentes, penetraciones y exploraciones de mis orificios. Obediencia liberadora. Me remuevo y tiemblo bajo las sábanas pero no de frío; hasta que me despejo del todo y busco algo que hacer con lo que mantenerme ocupada.
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